J Balvin se refugia y fortalece en ‘Mixteip’

Ricardo Beas

Con Justin Quiles, Stormzy o Gilberto Santa Rosa, más que álbum, Jose presenta canciones para sentirse realmente feliz. Y eso es todo lo que debería importarnos.

La pregunta que cierra el nuevo disco de J Balvin bien podría ser haber sido la de apertura: “Dónde Está José?”, así se llama el track, que no es una canción, o al menos no una completa… y donde ni siquiera participa el artista, sino que otra voz invita a los seguidores a apropiarse del beat. Es posible que sea un anuncio de un lanzamiento que viene en camino, pero no. Pensándolo bien, no lo parece, la pregunta se siente más existencial.

Balvin ha reconocido públicamente que ha tenido que lidiar con su salud mental y que precisamente en esa batalla se ha vuelto una persona más fuerte y consciente de sus capacidades. El disco podría interpretarse como una muestra de esas virtudes: Jose regresando a distintos momentos de su carrera y presentando canciones que simplemente tenía ganas de hacer, sin conexión sonora alguna, como si fueran mp3 guardados en un iPod.

Como siempre, el reggaetón es el punto de partida. Por eso “Río” fue el primer corte y “Zun Zun” es el video de lanzamiento del disco, con invitados como Justin Quiles y Lenny Tavárez, quienes ya habían compartido créditos con el paisa en otros perreitos como “Orgullo (Remix)” y “Qué Me Contás” (original del productor panameño Dímelo Flow). El ritmo puertorriqueño también aparece marcado en “Misterio”, la canción con Gilberto Santa Rosa, donde – ta vez – por cuestiones de respeto, ambos géneros aparecen en su estado puro.

Es decir, la canción no es una fusión entre reggaetón y salsa (como sí lo era “Lo Grande Que Es Perdonar” de Vico C con Gilberto Santa Rosa), sino que en ella ambos estilos tienen su propio protagonismo, por partes casi iguales y en momentos diferentes de la pista.

Mixteip es un término que puede interpretarse de muchas maneras, tanto relacionado con los discos sencillos que arman los raperos montándose en pistas de productores reconocidos o amigos, como para recordar los compilados en cassettes que eran tan comunes en los noventa: antes de la llegada de los CD quemados. También puede entenderse como las grabaciones piratas que mezclaban varios artistas y que se hacían en este formato, que, si bien nunca han sido referidas de esta manera, sí guardan una esencia similar.

El término ‘mixtape’ ayuda a entender que J Balvin simplemente quiso presentar un “compilado” cero pretensioso (así también se llamaba uno de sus primeros discos que tenía clásicos como “Sin Compromiso), donde, a través de sus propias canciones, pudiéramos imaginar qué tipo de sonidos combinaría en su iPod, si el dispositivo siguiera estando de moda. Pero en profundidad, también se siente como un disco que nació del corazón, de parchar con colegas y amigos, de querer hacer música sin pensar en resultados.

Sin embargo, sí hay un resultado y es bien bonito. La música sin pretensiones no solo le permite volver a refugiarse en el reggaetón, aquel género musical que le cambió la vida y que siempre ha levantado como la más importante de sus banderas musicales, sino recordar la época en que era el artista más escuchado del planeta y presentaba algunas de las canciones más visionarias de la música urbana mundial.

Ahí es donde con temas como el funk carioca “Uuu” con el rapero británico – de ascendencia ghanesa – Stormzy, el trap “St. Tropez” y hasta el merengue urbano “KLK”, en compañía del referente dominicano de dicho género Omega (quien en algún momento estuvo a punto de ser el invitado en “Despechá” de Rosalía) nos ayudan a entender que a J Balvin la creatividad no se le agota y que siempre estará a un paso de un nuevo hit mundial. Es más, también sirven para entender que con cada disco – desde su regreso hace tres años – Jose está, cada vez, un poco más entero.

El detalle no es menor. Con altibajos sigue metiendo canciones a los principales charts de Billboard, siendo uno de los diez artistas del mundo más escuchados de Spotify, presentándose en cada rincón del planeta – por ejemplo, pocos artistas han logrado construir público en África – y las marcas se lo pelean para pagarle millones por publicidades. Mejor dicho, su legado ha sido tan sólido que se ha mantenido, incluso cuando el artista no ha estado tan estable para defenderlo.

Quizás la canción más simbólica del disco sea “Bruz Wein” (en referencia al icónico Bruce Wayne), que de manera indirecta revela lo que parece ser una de las mayores pasiones de Jose: Batman. En realidad, este detalle me lo hizo notar alguien cercano a su equipo de trabajo, hace semanas. Luego me entero también que él ha posteado fotos ligadas al superhéroe y que incluso en uno de sus cumpleaños, hace dos o tres años, tenía murciélagos negros y amarillos como decoración.

En esta canción, que sí es el track de apertura, J Balvin confiesa: “a veces quiero regresar, al mismo punto donde un día comencé”. A cuando no era un superhumano, o al menos la gente no esperaba que fuera uno (supongo). A mis inicios. No olvidemos que quien canta es el mismo man que llamó Rayo – en honor a su primer carrito – y Jose a sus anteriores dos discos.

Así que luego de escuchar el disco completo se entiende de mejor manera por qué “Dónde Está Jose?” no es un intro, sino una pista de cierre. Ya que puede ser tanto una pregunta que el propio disco acaba de responder, al enfatizar que Balvin está recordando de qué está hecho y qué tipo de canciones puede crear, sin importar para qué género esté preparada la pista. Pero también puede ser un anuncio para sus seguidores: estoy bien, estoy con mi familia, estoy haciendo música que me hace feliz, pero también quiero contarles que me sigo buscando.

En su entrevista con el actor Juan Pablo Raba, que se estrenó a comienzos de este año, J Balvin parece entender que la búsqueda por la paz mental es principalmente individual y constante, pero que también es colectiva. Sus fanáticos también se están buscando y él, quien en 2022 presentó su aplicación para la salud mental llamada OYE, lo entiende perfectamente. Allí menciona lo que llama “la bendición de haber hablado”, en un podcast donde, si se presta la suficiente atención, se puede entender que ningún artista del género urbano ha revelado tanta información privada de sí mismo como él.

También remarca la importancia de hablar, de seguir hablando, en tiempos en que la fragilidad mental es tan constante que se confunde con moda. Balvin lo ha entendido todo: es hermoso cuando la música es la que habla, pero, en estos tiempos, ya no nos alcanza.

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